Por: Luciana Carrasco, Yaritza Contreras y Sofía Venegas
En un país donde solo el 10% de las futbolistas se dedica de forma exclusiva a su deporte, Krishna Gómez vive el desafío de combinar su pasión por el fútbol con la exigencia de ser estudiante universitaria.
En 2021 se publicó el estudio Radiografía del fútbol femenino en Chile, elaborado por la Asociación Nacional de Jugadoras de Fútbol Femenino (ANJUFF) en conjunto con la Universidad de Chile. Entre sus principales hallazgos, destaca que solo un 10% de las jugadoras se dedica exclusivamente a este deporte. En contraste, un 43,3% combina el fútbol con los estudios, un 27,9% trabaja en otra ocupación, y un 18,5% estudia, trabaja y además juega fútbol.
Estas cifras dan cuenta de una realidad compleja. La falta de apoyo estructural hace que, para la mayoría de las jugadoras, esta disciplina no sea una carrera viable, sino una actividad que deben relegar. Krishna Gómez, estudiante de Pedagogía en Inglés, conoce bien esa dualidad. Desde pequeña ha estado ligada al deporte, pero hoy debe equilibrarlo con sus estudios universitarios.

¿Cómo comenzaste a jugar fútbol? ¿Qué te motivó a hacerlo?
—Empecé a jugar fútbol cuando me cambié de colegio a uno mixto. Ahí veía a mis compañeros jugar todos los días a la pelota, y como yo también quería, empecé a jugar con ellos. Igual creo que fue porque éramos solo cinco niñas y unos 24 niños, más o menos, y a las chicas les gustaba bailar y yo lo detestaba, jajaja.
¿Tuviste referentes femeninos en el fútbol cuando empezaste?
—Femeninas, creo que solamente fue Alex Morgan, pero tenía más referentes hombres.
¿Qué posición juegas actualmente y cuánto entrenas durante la semana?
—Juego de 8, generalmente en el mediocampo, y con el equipo entrenamos los viernes. Pero hago ejercicios casi todos los días en mi casa.
¿Cómo compatibilizas el estudio universitario con el fútbol?
—Trato de ser súper ordenada. Dejo todas las tareas listas antes del viernes para poder concentrarme mejor cuando estoy jugando.
¿Qué te ha enseñado el deporte que te ha servido en la universidad (y viceversa)?
—Me enseñó demasiado a trabajar en equipo. Los trabajos en equipo nunca me han gustado, pero desde que me metí al equipo, con personas que no conocía y con opiniones distintas, aprendí a escuchar a los demás y a tolerar, la verdad.
¿Te has enfrentado a prejuicios por ser mujer y jugar fútbol? ¿Cómo los has manejado?
—¡Sí, y mucho! Cuando estaba en séptimo básico, me gané una beca para poder ser parte del equipo femenino de la Universidad Austral, ya que la U tiene equipos para niñas. Pero mis papás no me dejaron, porque mi abuelo les dijo que el fútbol no era un deporte para mujeres. Y ahora recién el año pasado me atreví a buscar un equipo ¡y quedé!
¿Has pensado en dedicarte al fútbol de manera profesional o mantenerlo como una pasión paralela?
—Prefiero mantenerlo como hobby. Me gusta mucho la carrera que estoy estudiando ahora. A parte, igual es difícil para las futbolistas, porque si uno investiga un poco más, se da cuenta de que casi todas tienen un título, ya que con el fútbol no siempre logran mantenerse económicamente.
¿Qué mensaje le darías a niñas o jóvenes que quieren empezar a jugar pero aún no se atreven?
—¡Que lo hagan! Justamente yo postergué buscar un equipo por lo que decían mis familiares. El hacer algo que realmente quieres es lo mejor que puedes hacer, sobre todo si es algo que te hace bien física y mentalmente.
